La
realidad y el deseo
El título de la obra cernudiana lo vamos a usar para ilustrar nuestro punto de vista sobre la exposición recientemente realizada bajo el título “1890: Los orígenes del Sevilla FC”.
El título de la obra cernudiana lo vamos a usar para ilustrar nuestro punto de vista sobre la exposición recientemente realizada bajo el título “1890: Los orígenes del Sevilla FC”.
En
ella, una vez más, se intentan establecer unos supuestos vínculos entre los
sportmen británicos que tomaron parte en el partido que enfrentó al Huelva
Recreation Club en enero de 1890 y el actual Sevilla FC.
Esperábamos
algo que hiciera más sostenible la teoría que propugna esa continuidad, pero de nuevo tenemos que mantenernos en nuestra tesis. Nada nuevo se ha revelado
de forma incontestable y que pueda demostrar esa conexión.
Viejas
historias de remeros, del agua de los ingleses, de cementerios e iglesias protestantes, de barcos que
iban y venían por el Guadalquivir y de exportaciones de naranjas. Todo eso ya nos lo habían contado y recontado. Y cuando cuentan eso tantas veces, en vez de contar hechos directamente relacionados con el fútbol, es ... porque no hay nada más.
Absolutamente nada más que pruebe esa supuesta vinculación
y que sirva para demostrar que estamos hablando del mismo club.
Una
vez más el contraste entre la realidad, cruel y triste para los que sueñan, y
el deseo de creer en lo que no está probado bajo ningún análisis riguroso.
Porque,
independientemente de la prueba contundente que supone la actividad documentada
de la fundación sevillista en 1905, o 1908, cosa que aquí y ahora no vamos a debatir, así
como las declaraciones de los protagonistas de la historia sevillista que
fechan en ese año la fundación del club, sin hacer la más mínima alusión al
invento de 1890, hay otra prueba que los investigadores sevillistas no han sido
capaces de dilucidar aún.
¿Qué
fue de ese club de 1890 en años posteriores?
Por la prensa de la época tenemos
constancia de su actividad: partidos
contra el Huelva Recreation Club se jugaron en 1890, 1891 y 1892, pero luego un
largo manto de niebla se abate sobre la actividad de estos sportmen.
Nada más
se sabe de su actividad futbolística. Desaparece de la faz de la
tierra, como si alguien se la hubiera tragado.
Por
cierto, no hay que acudir a ámbitos muy alejados de la investigación
palanganera para documentar este vacío.
Aquí
está una información sacada de la web del fallecido Agustín Rodríguez, que da
detalles sobre los primeros enfrentamientos del club sevillista con otros
equipos.
Pica en la imágen para ampliarla
Como
pueden comprobar un erial, un desierto de actividad entre 1892 y 1906. ¿Por qué
no jugaron más partidos? ¿Por qué nadie registra la actividad como sí se hizo
entre 1890 y 1892? ¿Qué les llevó a dejar de jugar de forma organizada y por
qué la prensa dejó de dar constancia como sí hacía antes?
Una
de las frecuentes “respuestas” que nos dan para no asumir la desaparición del
club de 1890 es que se les muestre el acta de disolución, una cosa que saben es
harto improbable que se documente en esa época.
Como ejemplo aquí
les mostramos una noticia del 8 de abril de 1903, publicada en el periódico
madrileño El Cardo y que nos da constancia de la
constitución de una sociedad deportiva denominada Málaga Foot-ball Club.
Uno de
los muchos clubs que han poblado la historia del fútbol malagueño, pero el más
antiguo conocido hasta la fecha.
¿Sigue este club en vigor? ¿Está vivo? ¿Podría
alguno de los muchos clubs malagueños que a lo largo de la historia han sido
decir que se fundaron en 1903?
Nadie ha mostrado el acta de disolución de
este Málaga Foot-ball Club de 1903, así que adelante con los faroles…
Cuando
era pequeño recuerdo acudir con bastante frecuencia con mis padres a Casa
Baturones, uno de los lugares emblemáticos y populares de la Sevilla de finales
de los 60 y comienzos de los 70. Era mítica la cerveza y los cartuchos de
pescao frito que allí se podían degustar.
Una de las leyendas urbanas de la
época decía que la calidad de la cerveza provenía de unas misteriosas tuberías subterráneas, que directamente conectaban el bar con la fábrica de la Cruz del Campo, desde
la Ronda de Capuchinos donde se ubicaba Baturones y el final de la calle
Oriente.
De
la barra del Baturones recuerdo a una serie de tertulianos que se jugaban a los
chinos las rondas de cerveza. Y en mi
mente infantil quedó grabado para siempre una de las frases que dirigían al
camarero tras jugarse esas rondas: “Niño, apúntalo en la barra de hielo”, como
testimonio de cosa vacía, hueca y que no
iba a dejar absolutamente ningún testimonio para la posteridad.
Pues
esa es la sensación de lo que ha aportado esa exposición. Que la vayan apuntando en la barra de hielo, esa que paulatinamente se va derritiendo y que no deja rastro de su presencia más que en el charco que deja.
Pues eso es lo que de nuevo los sesudos investigadores del equipo multidisciplinar han dejado. Mucha propaganda, mucho autobombo, mucho ruido y pocas nueces. ¿Dónde están las pruebas concluyentes que hace unos días nos prometían?
Nosotros sí vamos a aportar próximamente algo novedoso relacionado con la fundación de su club. Algo que va a demostrar una sorprendente conexión con otro club. Vayan preparándose.
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